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La Virgen de la Soledad de Granada, refugio de las promesas y los tres favores

Reportaje Ramón Martín

Motril@Digital.- Entre las devociones más arraigadas en la ciudad de Granada, destaca con fuerza la figura de la Virgen de la Soledad, una advocación profundamente venerada que ha sabido mantener viva la llama de la fe popular a lo largo de los siglos. Su imagen, serena y dolorosa, ha sido desde siempre símbolo de consuelo y esperanza para generaciones de granadinos.

La historia de esta devoción se remonta al siglo XVI, cuando la imagen fue encargada por la nobleza granadina en el contexto del auge de las cofradías pasionistas. Desde entonces, la Virgen de la Soledad ha estado íntimamente ligada a la religiosidad popular, especialmente en los siglos XVII y XVIII, cuando su culto se consolidó como uno de los más significativos en la ciudad. A lo largo del tiempo, ha sido objeto de restauraciones, traslados y reorganizaciones cofrades, pero su presencia nunca ha dejado de ser un faro espiritual para quienes la buscan en momentos de angustia o agradecimiento.

Una tradición muy extendida en torno a Ella es la de pedirle tres favores. No se trata de una costumbre escrita, ni recogida en norma alguna, sino de un acto íntimo, transmitido de boca en boca y de corazón en corazón, que convierte a esta imagen mariana en confidente silenciosa de las súplicas más sinceras. Quienes se acercan a Ella lo hacen con la certeza de que su mirada compasiva escucha incluso aquello que no se dice con palabras.

La devoción a los «tres favores» suele acompañarse de una oración personal, de una vela encendida en recogimiento o de una visita a su capilla, ya sea en momentos de necesidad o en señal de agradecimiento. Para muchos fieles, esos tres deseos no son simples peticiones, sino un ejercicio de fe que refuerza el vínculo con la Virgen, en una relación marcada por la confianza, el amor y la esperanza.

Actualmente, la Virgen de la Soledad recibe culto en el barrio del Realejo, donde cada Semana Santa es esperada con gran fervor en la noche del Viernes Santo. Su paso por las calles, envuelto en absoluto recogimiento, es uno de los momentos más sobrecogedores de la Semana Santa granadina.

La Virgen de la Soledad no solo representa el dolor de la Madre ante la muerte del Hijo; encarna también la fortaleza serena de quien, en medio del sufrimiento, sostiene al que sufre. Por eso, en Granada, pedirle tres favores no es superstición ni costumbre sin sentido: es tradición viva, oración sincera y fe en estado puro.