La Cofradía del Cristo de la Salud y la Virgen del Mayor Consuelo vuelve a llenar de recogimiento las calles de Motril
Reportaje Paulino Martínez Moré
Motril@Digital.- Cada Miércoles Santo, la ciudad de Motril vivía uno de los momentos más sobrecogedores de su Semana Santa con la salida penitencial de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora del Mayor Consuelo. Desde su sede canónica, la Iglesia de la Victoria, se abría paso el solemne cortejo de una hermandad que, año tras año, supo llenar las calles de recogimiento, sobriedad y profunda espiritualidad, teniendo como banda sonora a la salida del templo, el coro «Al compás del camino»
La imagen del Santísimo Cristo de la Salud, tallada en 1964 en los históricos talleres Caderot, encarnaba de forma realista y conmovedora al Señor crucificado, símbolo eterno de redención y esperanza. Su presencia, elevada sobre el paso y escoltada por el silencio roto únicamente por el redoble del tambor y las oraciones susurradas, imponía respeto y emoción a su paso. Era portado con firme devoción por diez costaleros, que lo guiaban con pasos medidos y reverentes, como si cada zancada fuese una oración encarnada en la madera. Tras el cristo, cientos de personas devotas le acompañaba en su caminar a lo largo de todo el itinerario.
A su lado, avanzaba con dulzura la imagen de Nuestra Señora del Mayor Consuelo, obra del imaginero Mariano Roldán, realizada en 1995. Bajo un palio sobrio y elegante, su rostro sereno —vestido de riguroso luto— ofrecía al pueblo la imagen de una Madre que, aun en medio del dolor, no dejaba de consolar. Su paso era llevado con entrega por más de cuarenta costaleros y costaleras, dirigidos por sus capataces, Juan José Sánchez y Yolanda Rodríguez, en un testimonio de unidad, compromiso y fe viva.
El cortejo estaba formado por un centenar de nazarenos vestidos con túnica negra, capillo alto y cíngulo granate, que acentuaban el aire de recogimiento propio de esta estación penitencial. La luz temblorosa de los cirios, el incienso ascendiendo entre la multitud y el susurro de las marchas procesionales contribuían a crear una atmósfera única, en la que lo humano y lo divino parecían encontrarse en cada esquina.
Fiel a su carisma y a su vocación evangelizadora, la Cofradía del Cristo de la Salud y la Virgen del Mayor Consuelo se consolidó como una de las corporaciones más representativas y respetadas de la Semana Santa motrileña. Con una estética sobria, pero profundamente conmovedora, logró reunir en torno al misterio del dolor redentor y al consuelo maternal a cofrades, fieles y devotos de toda la comarca, dejando una huella indeleble en el alma de quienes cada año la contemplaban.
Rozando la media noche el cristo y la Virgen, se detuvieron a su paso por el convento de clausura de las Madres Nazarenas, para recibir los tradicionales y antiquísimos cantos del Miserere, que son escuchados en un silencio absoluto.