De los Gitanos a los Estudiantes: el Miércoles Santo que abrazó a toda Granada
Reportaje Ramón Martín (Motril@Digital)
El Miércoles Santo volvió a regalar a Granada una jornada llena de emoción, recogimiento y fervor popular. Desde primeras horas de la tarde, las calles del Albaicín, el centro histórico y el Sacromonte se llenaron de fieles, cofrades y visitantes llegados de todos los rincones del país para vivir una de las jornadas más esperadas de la Semana Santa granadina.
Uno de los momentos más esperados del día lo protagonizó la Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo y María Santísima del Sacromonte, más conocida como la Hermandad de los Gitanos. Su imponente procesión, que descendió desde la Abadía del Sacromonte al anochecer, volvió a llenar de alma y duende las empedradas calles granadinas. La silueta del Cristo del Consuelo, iluminada por antorchas y envuelta en cantos de saetas, dejó una estampa difícil de olvidar. Miles de personas se congregaron a lo largo del recorrido para acompañar a la Virgen del Sacromonte, que, con su andar solemne y su mirada serena, repartió consuelo y esperanza a su paso.
Junto a ella, otras cuatro hermandades completaron una jornada plena de contrastes y belleza. Desde la Parroquia de los Santos Mártires Justo y Pastor, la Hermandad Universitaria de los Estudiantes ofreció un cortejo austero y profundamente espiritual, donde el Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de los Remedios recorrieron el corazón académico y monumental de la ciudad con el respeto y la solemnidad que caracteriza a esta corporación.
Por su parte, la Hermandad de Paciencia y Penas, desde San Matías, volvió a conmover con la sobriedad de su titular cristífero y la elegancia clásica de su palio, que avanzó majestuoso por las calles del Realejo. En un barrio marcado por la tradición cofrade, su procesión fue, una vez más, un ejemplo de buen gusto, equilibrio y profundidad devocional.
Desde el Zaidín, la Hermandad de las Tres Caídas y Nuestra Señora del Rosario aportó el contrapunto vibrante y popular de la jornada. Su paso por Carrera Oficial estuvo marcado por la fuerza expresiva del Señor de las Tres Caídas y el andar acompasado de su Virgen, en una muestra de fervor joven y arraigado.
Cerrando la nómina de hermandades del día, la Hermandad del Nazareno, desde San José de Calasanz, procesionó con su característico estilo sobrio, penitencial y clásico, llevando al Señor de la Merced por las calles de Granada bajo un silencio que hablaba al alma.
El Miércoles Santo dejó así una estampa variada, rica en matices y profundamente granadina: desde la solemnidad universitaria hasta la fuerza del Sacromonte, desde el clasicismo del Realejo al fervor joven del Zaidín, Granada volvió a ser testigo del misterio, la belleza y la fe que se funden en cada paso de su Semana Santa.