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La Hermandad Sacramental de la Santa Cena y María Santísima del Amor abre la Semana Santa en Motril con su procesión inaugural

Reportaje Paulino Martínez Moré

Motril@Digital: Comienza en Motril el prólogo de la Semana Santa y con amenaza de lluvia.

Ya está en la calle la Hermandad Sacramental de la Santa Cena y María Santísima del Amor, con sede en la Ermita de San Antonio de Padua en Motril. Este año celebra un hito importante: el décimo aniversario de su fundación. Esta corporación religiosa, que ha crecido con el tiempo en devoción y fervor, es conocida por su singular cortejo y la belleza de sus pasos, que recorren las calles de Motril cada año con motivo de la Semana Santa.

En el paso que lleva la imagen del Señor de la Fe, obra del renombrado imaginero Ángel Asenjo, se pueden ver claramente los rasgos de la tradición y el arte religioso que han hecho de esta imagen una de las más queridas por los fieles. El Señor de la Fe, representado con gran majestuosidad, es portado por 35 costaleros, quienes, con esfuerzo y devoción, hacen avanzar el trono por las calles de la ciudad.

El cortejo de la hermandad lo componen 45 nazarenos, ataviados con túnicas y capillos blancos, que se distinguen por el cingulo rojo que adorna sus vestimentas. Esta combinación de colores no solo simboliza la pureza y la sangre de Cristo, sino que también añade un aire de solemnidad y respeto que caracteriza a esta corporación.

En el paso de la hermandad también acompaña a la procesión la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Encarnación de Almuñécar, cuyo acompañamiento musical llena las calles con melodías que intensifican la espiritualidad del momento, ofreciendo una atmósfera de recogimiento y reverencia durante todo el recorrido.

La Hermandad Sacramental de la Santa Cena y María Santísima del Amor, que celebra con orgullo su décimo aniversario, sigue siendo un referente de fe y devoción en Motril, uniendo a la comunidad en cada uno de sus pasos, tanto en el plano religioso como en el cultural. La procesión de este año es una ocasión especial para recordar el esfuerzo, la entrega y el amor que han mantenido viva esta tradición a lo largo de los años, marcando el pulso de la Semana Santa motrileña con la misma pasión que la primera vez.