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Granada se rinde al embrujo de Rosario Flores

Reportaje Ramón Martín (Motril@Digital)

La noche del viernes fue sencillamente inolvidable en el Palacio de Congresos de Granada. Rosario Flores, una de las grandes damas del pop-flamenco español, colgó el cartel de «entradas agotadas» y ofreció un concierto cargado de fuerza, emoción y arte en estado puro, dentro de su gira Universo de ley.

La artista madrileña regresó a los escenarios con esta nueva gira que celebra más de tres décadas de trayectoria, y que también sirve para presentar su más reciente trabajo discográfico, donde rinde homenaje a sus raíces y revisita sus grandes éxitos con una mirada renovada. Una propuesta musical en la que se rodea de destacados artistas del panorama hispano y donde la esencia de Rosario brilla con más intensidad que nunca.

Desde el primer acorde, el público respondió con entrega total. Temas como “Qué bonito”, “Algo contigo”, “Mi gato”, “Como quieres que te quiera”, “Estoy cambiando” o “No dudaría”, esta última una sentida versión del tema de su hermano Antonio Flores, fueron coreados con entusiasmo por un auditorio rendido a los pies de su voz y su carisma.

Arropada por una banda impecable y una puesta en escena sencilla pero rebosante de alma, Rosario desplegó todo su magnetismo en un concierto que fue creciendo en intensidad, mezclando flamenco, pop, rock y ritmos latinos con absoluta naturalidad. Cada canción era una celebración de su carrera y de ese estilo inconfundible que la ha convertido en una figura indispensable de la música española.

Y es que el linaje artístico de Rosario pesa, pero no le intimida. Al contrario, lo honra con cada paso que da. Desde la fuerza de Lola Flores hasta la sensibilidad de Antonio, la familia sigue demostrando que el arte se lleva en la sangre, se hereda y se reinventa.

Rosario marcó la velada con una versión especialmente emotiva de “Qué bonito”, convertida en un canto colectivo entre lágrimas, sonrisas y una ovación final que pareció no tener fin. Fue el broche perfecto para una noche en la que Granada no solo disfrutó de una artista en plena forma, sino también del testimonio vivo de una herencia musical que sigue haciendo historia.