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Gilbert Gouba llegó a Motril en patera con 16 años, hoy está plenamente integrado en la vida granadina

Gilbert Gouba llegó a Motril en patera con 16 años, en 2008. Hoy, colaborador con la Pastoral de migraciones y la parroquia de El Carmen, está plenamente integrado en la vida granadina y ayuda a otros niños y jóvenes de su país a formarse, para no tener que pasar el sufrimiento que experimentó en su camino hacia Europa.

Archidiócesis de Granada.- Desde muy pequeño, Gilbert Gouba quiso ayudar a su familia, muy pobre en Burkina Fasso, a salir adelante. Eso le llevó a empezar a trabajar siendo un niño, primero en el campo y después en las minas de diamante de su país. Su esfuerzo no lograba su objetivo. “Era mucha familia, sufríamos mucho y nos faltaba de todo”, explica Gilbert. En el trabajo en la mina “puede pasar de todo, todo tipo de sufrimiento que no se puede imaginar. Cuando estuve en la mina, veía que cosa no estaba bien para mí, porque era un trabajo duro. Yo veía a la gente sufriendo y los niños muriendo”.

Decidió dar un paso más y cambiar de país, emigrar a otro lugar para ganar dinero que enviar a su familia, para alimentarla y ayudarla. Esa decisión, siendo aún menor de edad, con 16 años, era un riesgo y estaba decidido a asumirlo. Fue así como llegó hasta las costas de Motril en una patera.

El recorrido fuera de su Burkina Fasso comenzó en Ghana “con la intención de salir adelante”. Y después, a Costa de Marfil. Trabajó y ganó dinero, pero no le alcanzó para ayudar a la familia a vivir, que era su objetivo. Sólo ganaba dinero para comer al día.

“HEMOS PASADO DE TODO”

De nuevo, un paso más, y Gilbert decidió cambiar de país, “para avanzar, esta vez con la intención de venir a Europa”. Argelia primero y después Marruecos fue el último tramo de una travesía, que le llevó hasta la costa de Motril en una patera, con 16 años. En Marruecos -nos cuenta- la experiencia fue especialmente dura. “Si hubiera sabido al principio que las circunstancias en Marruecos eran tan, tan desgraciadas, igualmente no habría llegado allí. Me habría quedado en Argelia en lugar de seguir adelante”, explica.

En Marruecos sufrió rechazo y dormía con otros compañeros en pleno bosque, pedía dinero para comer: “Hemos pasado de todo. Y cuando la policía nos pilla lo que suelen hacer con nosotros es una barbaridad”.

Su objetivo de llegar a Europa para encontrar una vida mejor, con la que ayudar a su familia se agudizó tras la experiencia marroquí. La primera vez que vio el mar fue en una patera, por la que pagó para escapar de Marruecos. Ni siquiera sabía que se trasladaba en patera cuando pagó el dinero para ser llegar a la costa española, con lo que suponía de riesgo de perder su vida. Con 16 años y en condiciones de riesgo en la patera, decidió seguir adelante, sabiendo que podía salvarse o morir en este intento.

En 2008 llegó a la costa de Motril, donde fue recogido y atendido por los servicios para menores. Sus dos años restantes antes de cumplir la mayoría de edad le permitieron recibir una educación en las Escuelas Ave María, con las que hoy, ya siendo adulto, está integrado en la vida granadina y profundamente agradecido por esta formación recibida. Sin saber el español, aprendió a hablar nuestra lengua, así como a leer y escribir, con la ayuda de los profesores y el propio colegio. “Poco a poco, así yo he ido saliendo adelante con la ayuda de todos”, señala.

Al alcanzar la mayoría de edad se quedó en la calle… y encontró una mano que le fue tendida para salir adelante: una de sus maestras. “Me ayudó. Buscó a la gente y conseguí una casa donde yo pudiera ir a refugiarme en el tiempo que necesitaba. Después, yo iba buscando trabajo”.

Gilbert encontró también un apoyo fundamental en la Pastoral de migraciones. “Me ayudaron algunos curas, a regularizarme documentalmente, y así fui saliendo adelante poco a poco, hasta llegar a tener un trabajo estable”, señala.