La Rábita marcada por la cicatriz que dejó la riada al llevarse 40 vidas hace 51 años
Francsico Rivas.- Hace más de medio siglo, 51 años, la localidad de La Rábita, en el municipio de Albuñol , fue escenario de una de las peores catástrofes naturales que se recuerdan en la región. En la madrugada del 18 al 19 de octubre de 1973, una descomunal tormenta provocó una riada de proporciones devastadoras que arrasó el pueblo, dejando una profunda cicatriz tanto en el paisaje como en sus habitantes. Este fenómeno, conocido por los lugareños como «La Nube», se cobró la vida de unas 40 personas y dejó numerosos desaparecidos, cuyas cifras nunca se concretaron del todo.
Las lluvias torrenciales, de más de 600 litros por metro cuadrado en pocas horas, desbordaron los barrancos de la Sierra de la Contraviesa, generando una inmensa ola de barro y escombros. Esta fuerza natural, combinada con las escarpadas ramblas de la zona, arrastró casas, vehículos y todo lo que encontró a su paso, alcanzando en algunos puntos olas de hasta cinco metros de altura.
Según los testimonios de los supervivientes, el panorama era desolador: viviendas destruidas, calles inundadas de barro y cultivos anegados. La fábrica de alcohol de la localidad también fue afectada, y sus grandes bidones fueron arrastrados por el agua, incrementando la destrucción.
La tragedia afectó no solo a La Rábita, sino también a la cercana localidad de Albuñol, que quedó incomunicada durante días debido a la destrucción de las infraestructuras. La devastación fue tal que incluso las autoridades nacionales se movilizaron, con la visita de los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía a la zona afectada, lo que subrayó la magnitud del desastre.
El impacto emocional de la catástrofe sigue vivo en la memoria de los habitantes. Muchas de las familias que vivieron aquellos momentos han transmitido las historias de supervivencia y pérdida a las nuevas generaciones.
Hoy en día, La Rábita sigue recordando aquella fatídica noche, especialmente cuando las lluvias intensas vuelven a azotar la región. A lo largo de los años, se han celebrado actos conmemorativos, como misas y procesiones, para honrar a las víctimas.
A pesar del paso del tiempo, la tragedia de 1973 sigue marcando la vida de los vecinos de La Rábita, que temen que eventos climáticos extremos como aquel puedan repetirse, especialmente en un contexto de cambio climático que incrementa la frecuencia de fenómenos meteorológicos destructivos. Este pequeño pueblo costero ha aprendido a convivir con el recuerdo, pero también con la preocupación constante de estar en una zona vulnerable a las riadas.