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La anguila, al borde de la extinción: un nuevo estudio revela su situación crítica

  • Un trabajo del Parc Natural del Delta de l’Ebre y la EBD-CSIC alerta de la “drástica reducción” que ha experimentado la población de anguila europea en los últimos años
  • El impacto de un cangrejo invasor y una política pesquera poco decisiva agravan la crisis de la anguila europea que se considera en peligro crítico desde 2008

Anguilas del Delta del Ebro. La que se aprecia más arriba es una anguila plateada, lista para emprender la migración al Mar de los Sargazos. / Mariano Cebolla / PNDE

Un equipo científico de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y el Parc Natural del Delta de l’Ebre ha analizado en un nuevo estudio la evolución a largo plazo de la abundancia de la anguila europea (Anguilla anguilla) en el Delta del Ebro. Los resultados revelan una situación “muy preocupante” y demuestran que, desde 2008, año en el que la especie se clasificó “en peligro crítico de extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, su estado de conservación “está empeorando gravemente de forma muy rápida”. El artículo acaba de ser publicado en la revista científica Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems.

La anguila europea realiza una de las migraciones más asombrosas de la naturaleza. Este animal llega en forma de angula a las costas europeas y norteafricanas, unos dos años después de haber nacido a miles de kilómetros de distancia, en el Mar de los Sargazos, el océano Atlántico septentrional. Antaño lo hacía en tanta abundancia que las anguilas que se desarrollaban a partir de esas angulas eran consumidas por todas las comunidades humanas, costeras e interiores, y sustentaban pesquerías que devinieron industriales durante el siglo XX. Pero en torno a 1980 la especie no dio más de sí y colapsó. El derrumbe fue brusco, e implicó una reducción en la llegada de angulas de en torno al 95%. Es decir, por cada cien angulas que culminaban en viaje desde los Sargazos antes de 1980, en el siglo XXI lo hacen unas cinco. Tras ese colapso, la población no se ha recuperado.

Para realizar este estudio, los científicos han contado con dos series de datos independientes. Por un lado, se trataron las capturas de anguila en tres de las principales lagunas del Delta del Ebro (Encanyissada, Tancada y Canal Vell), aportados por la cofradía de pescadores de Sant Carles de la Ràpita. La explotación de la pesca en estas lagunas se remonta al siglo XIII y fue clave en la fijación de población en la zona. La cofradía de Sant Pere tiene los derechos de pesca desde 1879 y mantiene un registro de capturas desde 1966. “La información sobre capturas de anguila incluye tanto a anguila amarilla, que en el Delta llamamos borda, como a la plateada, lista para volver al Mar de Los Sargazos, que aquí llamamos vera”, dice Nati Franch, técnica del Parc Natural del Delta de l’Ebre y autora principal del estudio.

Por otro lado, se disponía de la información generada por un programa de seguimiento científico iniciado en 2008, que usa nasas (trampas de embudo) para estimar las abundancias de peces y otros organismos acuáticos en el parque natural. Para el análisis de los datos de este seguimiento se consideraron por separado los dos principales ambientes acuáticos estudiados (lagunas y humedales someros). “Disponer de un programa de seguimiento como el del Delta del Ebro, que aporta información estandarizada a largo plazo sobre sus comunidades biológicas, es fundamental para detectar cambios en la biodiversidad”, asegura Miguel Clavero, investigador de la (EBD-CSIC) y también autor del estudio.

El reciente declive: más rápido y severo que el de los 80

Los datos de las pesquerías tradicionales en lagunas mostraron un pronunciado declive histórico en la abundancia de anguila, iniciado en torno a 1980, que coincide con las tendencias generales observadas en el área de distribución de la especie. En el Delta, las capturas de anguila se redujeron un 77% entre la década de los 1970s y la de los 1990s. “La información generada en las lagunas del Delta es muy valiosa, porque el uso de una estructura de pesca fija, la pantena, hace que el esfuerzo de pesca sea relativamente constante a lo largo del tiempo”, apunta Franch.

“Pero el resultado más preocupante de nuestro trabajo es el espectacular declive que está experimentando la especie en los últimos años, de una magnitud similar al de los 1980s y aún más rápido”, señala Miguel Clavero. Entre 2015 y 2017 la abundancia de anguila comenzó a reducirse en todos los ambientes estudiados en el Delta del Ebro, y de igual forma para las pesquerías tradicionales y el seguimiento científico. La pérdida de abundancia en los últimos años ha sido superior al 80%, pero, apunta Clavero, “en esta ocasión la drástica reducción no afecta a una población abundante, como ocurrió a finales del siglo XX, sino a una especie que ya está en riesgo extremo de desaparecer”.

El impacto de las especies invasoras y la inacción en las políticas pesqueras

No están claras las causas de este reciente y severo declive, pero la coincidencia temporal con la irrupción en el Delta de la jaiba azul (Callinectes sapidus), un cangrejo invasor depredador que alcanza altas densidades, lleva a pensar que ambos fenómenos estén relacionados. De hecho, la jaiba azul he generado también colapsos en las poblaciones de otros peces, moluscos y crustáceos en el Delta y otras localidades. En cualquier caso, el escenario descrito en el bajo Ebro no parece una excepción en el Mediterráneo, donde son diversas las localidades en las que se han descrito declives recientes de la anguila. “Es urgente reevaluar el estado de los stocks de anguila, particularmente en el ámbito Mediterráneo, donde existe poca información sobre la especie si comparamos con el centro y norte de Europa”, afirma Clavero.

El grupo de expertas y expertos en anguila que auspicia ICES (organismo asesor sobre pesquerías de la UE) llevaba más de dos décadas aconsejando llevar las capturas de anguila “tan cerca de cero como sea posible” y en los últimos 3 años ha recomendado el cierre de la pesquería, llamando a que no haya ninguna captura, en ningún ambiente y para ningún fin. La EU y la mayor parte de los estados miembros han ignorado esta recomendación.

“Nuestros resultados muestran que la situación de la anguila puede ser aún peor que la que llevó a ICES a pedir el cierre de la pesquería, y que empeora a un ritmo muy acelerado”, remarca Clavero. Los autores del trabajo proponen que el cese de la explotación de la anguila se asocie a un esfuerzo por implicar al sector en el seguimiento de la especie y a un sistema de apoyo para la adaptación de sus actividades. “En cualquier caso, si queremos conservar la especie, si queremos que la anguila europea siga existiendo, debemos empezar por dejar de pescarla y comercializarla”, remata el investigador.